Amenecio el día siguiente, eran como las ocho de la mañana cuando mi padre despertó y tocaba trabajar, era la razón por la que habíamos ido. Yo apenas había pegado ojo, en mi cabeza solo había una idea, conocer a esa chica, saber quien es y porque no deja de pensar en ella.
La mañana transcurrió entretenida, mientras mi padre y demás trabajaban yo recogía tornillos y enredaba por los alrededores, de vez en cuando ayudaba pero poco podía hacer. Lo que nunca esperaba es que esa chica se presentara allí, de nuevo mi cara se sonrojaba y la vergüenza que nunca había tenido anidaba en mi. Ella no había pronunciado una palabra y creo que yo mucho menos. Tan solo oía a mi padre conversar con ese amigo y nada mas.
Yo la miraba fijamente, pero sin decir una sola palabra, hasta que su padre pronuncio su nombre uno que jamas olvidaría porque mas adelante se grabaría a fuego en mi mente. Tras una hora allí y yo sin pronunciar una palabra se marcharon,nosotros nos iríamos a comer. Yo seguía preguntándome que me pasaba, que si era normal, o que si por el contrario era distinta. Ella tenia algo mágico, no sabría decir que pero no era como las chicas de clase, era guapa pero no era realmente lo que me atraía, es difícil de explicar para un joven que apenas conoce que es un sentimiento.
La comida paso, y yo seguía dándole vueltas, no me podía marchar de allí sin haber conocido a esa chica, sin haber hablado con ella, sin saber que la hacia especial. La cuenta atrás empezaba, tan solo un día completo del que poco tiempo era aprovechable, asi que una oportunidad no se debe despreciar.